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Más allá de la pugna interna en el Movimiento Al Socialismo (MAS), que en los hechos está determinando que sus expectativas electorales se reduzcan considerablemente, comparando con la trayectoria de esta organización política en los comicios presidenciales de los últimos 20 años, se plantea una duda severa sobre si la base electoral que lo acompañó en las últimas dos décadas lo seguirá haciendo con alguna de las opciones actuales y si las propuestas de los nuevos candidatos lograrán recuperar el histórico voto masista.
El denominado voto de la izquierda, que acompañó al masismo durante las últimas elecciones, desde inicios del presente siglo, parece estar en la categoría de quienes, en las encuestas, figuran como votos blancos, votos nulos o los indecisos que aún no saben por quién votar. Ese voto podría cambiar sustancialmente el resultado electoral, más allá de las encuestas previas, si encuentran un referente adecuado entre los candidatos que están considerados como progresistas. Básicamente, es un voto que apunta al programa de gobierno, a las propuestas electorales.
Las últimas encuestas, realizadas y presentadas por varios medios de comunicación del país, muestran una marcada tendencia favorable, en el voto ciudadano, hacia las candidaturas de la derecha. Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga, Manfred Reyes Villa, Rodrigo Paz y Paulo Rodríguez Foster son las cartas principales del espectro liberal conservador, a quienes podría sumarse Jaime Dunn, si es que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) le valida la documentación presentada para completar su postulación.
Los candidatos considerados populistas, Johnny Fernández y Eva Copa, ambos autoridades municipales de dos de las ciudades más importantes del país, Santa Cruz y El Alto respectivamente, no han logrado posicionarse en las encuestas, ni siquiera en las ciudades que gobiernan. Sin embargo, no han descartado alianzas con organizaciones sociales u otros partidos políticos, lo cual, en alguna medida, podría modificar su posicionamiento preelectoral.
Las candidaturas progresistas tampoco se muestran como una opción de triunfo. Andrónico Rodríguez, Eduardo Del Castillo, ambos vienen de la misma génesis y pretenden mostrar un rostro de renovación del MAS, aun cuando solo uno de ellos se encuentra arropado con la sigla partidaria. Sin embargo, Andrónico, que confrontó serios problemas en la obtención de una sigla para consolidar su postulación, se ve con una mejor posición en las encuestas, pero sin llegar a abrigar la posibilidad de alcanzar cuando menos una segunda vuelta.
Otro factor que habrá que tomar en cuenta para comprender la posición en las encuestas de ambos candidatos es la persistente posición de Evo Morales, jefe histórico del MAS, hoy replegado a su bunker del trópico cochabambino, con muy pocas o casi ninguna posibilidad de poder ser candidato a la Presidencia, tanto por no contar con una agrupación reconocida por el Órgano Electoral como por las sentencias constitucionales que lo inhabilitarían para poder postularse. Existe, sin duda, un potencial electorado que probablemente votaría por él si fuese candidato. De no serlo, lo cual aparece como lo más probable, habría que preguntarse hacia dónde irían esos votos. Aunque tampoco hay que descartar que el voto duro del que siempre habló podría haberse debilitado antes sus últimas acciones y propuestas de gobierno. Sobre ellos nos referiremos más adelante.
El traslado del voto no es mecánico ni automático
Las alianzas ni los apoyos que se puedan lograr en campaña no garantizan automáticamente una transferencia mecánica de la votación. Si aquello fuera así la sola sigla del MAS debiera garantizar cuando menos un 20%.
Hay varios factores que inciden en el voto ciudadano, ese voto secreto que muchas veces se define en la boca del ánfora y que puede dejar de lado, o en fuera de lugar a las encuestas previas, como ha sucedido más de una vez en nuestra historia electoral.
Entre estos factores están el candidato a la Presidencia, el candidato a la vicepresidencia e incluso, aunque con menor importancia, los candidatos a senadores y/o diputados. También tienen su cuota de influencia los aliados o acompañantes al interior de los frentes. Pero, sin duda, uno de los factores que puede ser decisivo antes de depositar el voto es el del programa de gobierno o las propuestas electorales de los candidatos.
¿Qué proponen?
Un rápido repaso a las propuestas de los tres candidatos que provienen del campo popular, dos habilitados ya para terciar en las elecciones del próximo mes de agosto y un tercero hasta ahora en el limbo al no contar con un partido y estar inhabilitado, pero que aún no renuncia a la posibilidad de ingresar en la contienda, nos lleva, sorprendentemente, que hasta ahora ninguno de los tres propone una continuidad del proceso de transformación histórica que vivió Bolivia desde 2006.
Es más, un primer lectura de algunas de sus propuestas evidencia más bien una nueva orientación política que pareciera tornarse critica con ese proceso y apuntaría a una restauración republicana, liberal, con tintes progresistas, pero con un evidente alejamiento de las ideas de izquierda que, entre otras, marcaron el desarrollo del Proceso de Cambio.
Vamos a citar solo algunas de ellas, reflejadas en declaraciones públicas, recogidas principalmente por los medios de comunicación.
Andrónico Rodríguez, actual presidente del Senado, indudablemente creación y heredero del gobierno del MAS y del propio Evo Morales, ahora cuestionado dirigente de las federaciones del tropico de Cochabamba, acusado de “traidor” por el evismo, en alianza con el exmasista Félix Patzi, quien le proporcionó la sigla partidaria para poder participar de estas elecciones, ha sorprendido con varias de sus declaraciones.
Andrónico ha criticado la construcción de fábricas estatales ineficientes para satisfacer las demandas corporativas de regiones y organizaciones sociales. En un foro organizado por el diario cruceño El Deber, el senador enfatizó que el Estado debe enfocarse en sectores claves, como hidrocarburos y energía, y no dispersarse en emprendimientos menores. “El Estado no necesita acaparar, sino ser protagonista donde realmente importa”, puntualizó. Incluso acusó a Arce de haber convertido el modelo económico del MAS en un “Estado paternalista que relega a la economía privada, comunitaria y cooperativa”.
La coincidencia es enorme con el discurso de todos los candidatos conservadores, liberales, es decir de la derecha, que platean la reducción del aparato estatal, el cierre, liquidación o venta de las empresas públicas supuestamente deficitarias, y abrir los espacios y permitir la mayor amplitud de acción a los sectores privados. Un candidato que plantea ese tipo de medidas difícilmente podrá reclamar el voto de la izquierda o denominarse como parte de ella.
Esta aparente confusión ideológica o más bien cambio de dirección y óptica política se hace mucho más evidente en Evo Morales, quien intenta capitalizar el desgaste del gobierno de Arce. Morales propuso medidas que implican un nuevo ataque a las condiciones de vida de la clase trabajadora, entre ellas la extensión de la jornada laboral a 10 horas para trabajadores estatales, bajo la lógica de que “si hace falta, se trabajará más”, racionalización del gasto público (es decir, ajustes a los bolsillos de las familias trabajadores: recortes de derechos, disminución de salarios, despidos, reducción de presupuestos para educación, etcétera) y en un gesto simbólico que no afecta al gran capital la eliminación de rentas vitalicias para expresidentes, una reforma tributaria para impulsar la importación y ensamblaje de autos eléctricos, priorizando el capital privado. Estas propuestas, entre otras, lejos de ofrecer una alternativa progresiva refuerzan una gestión tecnocrática de la crisis. En vez de avanzar hacia una transformación de fondo, Morales plantea administrar el ajuste con eficiencia, desplazando los costos a las espaldas de las trabajadoras y los trabajadores.
El tercero en discordia, dentro del campo popular, es quien lleva en sus espaldas la sigla y la historia del MAS. Eduardo Del Castillo, apareció sorpresivamente como candidato a la Presidencia, tras el desistimiento del presidente Luis Arce a buscar la reelección.
Su discurso renovador no deja de sorprender. El exMinistro de Gobierno y actual candidato presidencial por el MAS lanzó públicamente su propuesta programática centrada en la necesidad de tomar acciones inmediatas frente a la crisis económica que golpea a las familias bolivianas, marcada por la escasez de dólares, la falta de combustibles y el alza del costo de vida.
“Hoy no estoy aquí para defender partidos ni ideologías, estoy aquí para dar soluciones sin esperar a las elecciones”, sostuvo en un mensaje difundido por redes sociales, donde llamó a actuar con urgencia y sin cálculos electorales.
Como propuesta electoral propuso tres medidas, calificadas por él como claves: primero, la emisión de bonos colateralizados, que permitirían al Estado acceder rápidamente a liquidez internacional garantizando la emisión con activos del país. Del Castillo no detalló qué activos podrían utilizarse como respaldo. Esto implicaría que el Estado pueda emitir bonos soberanos (títulos de deuda) ofreciendo garantías tangibles como reservas naturales (gas, litio), acciones de empresas estatales o ingresos futuros.
La segunda alternativa contempla la posibilidad de anticipar ingresos fiscales o de recursos naturales a través de mecanismos financieros que conviertan activos futuros en recursos inmediatos. Esto permitiría oxigenar la economía sin recurrir a endeudamientos externos convencionales. Con esta medida el Estado puede, por ejemplo, anticipar ingresos futuros por exportación de gas o litio, cediéndolos de forma temporal a cambio de un adelanto en efectivo. Esto puede realizarse a través de acuerdos financieros con bancos internacionales, fondos soberanos u organismos multilaterales. A diferencia de un préstamo tradicional, no necesariamente se adquiere nueva deuda, sino que se acelera el cobro de recursos que ya están previstos.
En tercer lugar Del Castillo pidió al Banco Central de Bolivia (BCB) ejercer plenamente sus facultades legales para administrar las reservas internacionales. Según su propuesta, una gestión más dinámica permitiría liberar recursos con impacto inmediato, sin comprometer la estabilidad macroeconómica. Actualmente parte de las reservas están “inmovilizadas” o no utilizadas debido a políticas conservadoras del BCB, aseveró.
Con estas tres vías el candidato estima que se podrían inyectar hasta mil millones de dólares en la economía de forma rápida, aliviando la presión sobre el dólar, estabilizando el abastecimiento de combustibles y frenando la inflación.
“Lo que está en juego no son partidos, ni mucho menos ideologías. Lo que está en juego es el presente y el futuro de todas las familias bolivianas”, subrayó.
Las tres medidas propuestas por Del Castillo si bien plantean probables soluciones inmediatas a la situación económica del país, no vislumbran una mirada a mediano o largo plazo.
Y al plantear una desideologización de su candidatura, con una rechazo a las estructuras partidarias, pese a estar sostenido por uno de ellos, podría interpretarse como un llamado a la despartidización del Gobierno.
En síntesis, en el caso de este último candidato, al ser el representante del MAS y para que su propuesta no sea asimilada en algunos casos a los planteamientos liberales de Samuel y Tuto, tendrá la tarea de compatibilizar y equilibrar el formar parte de la renovación del Proceso de Cambio a la vez que la continuidad del proyecto histórico.
Están aún a tiempo
Los dos candidatos progresistas, herederos del Proceso de Cambio, Eduardo del Castillo y Andrónico Rodríguez, los nuevos rostros del campo popular, están aún a tiempo de recuperar un discurso y proponer al pueblo un programa que no solo recupere y fortalezca los logros de los últimos 20 años, en derechos ciudadanos, en inclusión social y económica, en fortalecimiento del Estado en beneficio de las grandes mayorías, con una mirada nueva, desde luego, con la energía de esta generación, pero sin renunciar, menos renegar, los principios con los cuales se sustentó el proceso de transformación histórica que ha construido y sostenido el pueblo en los últimos cuatro lustros.
Pero, además, se tendrá que ir más allá, proponiendo medidas que profundicen el proceso, con temas referidos al control de divisas y de las exportaciones, mayor regulación de la actividad bancaria comercial, supresión de la minería ilegal, particularmente del oro, mayor impulso a la industrialización del país y a la sustitución de las importaciones. En fin, medidas que permitan vislumbrar un mejor futuro para el pueblo y no para el empresariado o las transnacionales.
Solo si eso sucede, y aún están a tiempo, ambos candidatos podrán reclamar el voto popular y se podrá afirmar que en estas elecciones participan también candidatos de izquierda, reponiendo las expectativas de pelear en las urnas a quienes solo piensan en rematar el país a costa del pueblo. Tampoco hay que descartar hasta el último momento que retorne la racionalidad, alejada de cualquier capricho personalista, y se recupere el camino de la unidad, garantía incuestionable y definitiva de triunfo de la patria sobre la antipatria.
- Por Diego Portal
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