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La entrada Desobediencia, erotismo y feminismo en la poesía mexicana apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.
Por Soledad Buendía Herdoíza * -.
Guadalupe Amor, conocida como Pita Amor (1918-2000), fue una figura disruptiva en la historia de la literatura mexicana. Su poesía, profundamente existencial, erótica y provocadora desafió las convenciones sociales, religiosas y patriarcales de su tiempo.
En un México conservador y católico de mediados del siglo XX, Pita Amor escandalizó no solo por sus versos, sino por su estilo de vida: se negó a casarse, tuvo un hijo como madre soltera, vivió abiertamente su sexualidad y se declaró atea. No solo fue una poeta singular, sino también fue una precursora del feminismo radical mexicano, una mujer que uso la palabra para romper las jaulas simbólicas impuestas sobre el cuerpo y la voz femeninos. Su obra, aunque a veces excluida del canon por su tono ególatra o excéntrico, representa una rebelión desde el yo lírico que cuestiona el poder, el amor, la maternidad, Dios y la muerte.
Pita Amor irrumpió en el panorama literario mexicano con una poesía intensa, directa y sin adornos. Sus versos no se acoplan al surrealismo dominante de su época ni al lirismo romántico tradicional. Por el contrario, en obras como Yo soy mi casa (1946) o Décimas a Dios (1953), se muestra existencial, desafiante y profundamente introspectiva, usando la poesía como espejo de sus obsesiones, sus contradicciones y su desmesura vital.
La crítica literaria la ha caracterizado como narcisista, debido a su constante autorreferencialidad: “yo soy mi casa y nadie entra en mí sin mi permiso”. Pero esa egolatría poética puede leerse como una afirmación radical de su autonomía en una sociedad que esperaba de las mujeres silencio, modestia y abnegación.
Su uso del pronombre “yo” no es vanidad, sino una estrategia política: enunciarse, ocupar la palabra, desafiar el lugar pasivo al que la cultura mexicana había relegado a las mujeres.
Uno de los aspectos más subversivos de Pita Amor es su tratamiento del deseo y la sexualidad femenina. En su poesía el erotismo no es objeto de culpa ni pecado, sino un espacio de afirmación de la vida. Rechazó el papel de mujer devota, esposa o mártir y asumió un deseo no regulado por la moral hegemónica.
En un país en el que las mujeres artistas eran juzgadas tanto por su obra como por su vida personal Pita Amor desestabilizó los roles tradicionales al mostrarse sin pedir disculpas. Esto conecta con planteamientos posteriores del feminismo latinoamericano como el de Marcela Lagarde, quien denunció el “encierro simbólico” de las mujeres en la culpa, el sacrificio y el deber.
Pita fue madre soltera por decisión propia, lo cual era una herejía social en la época. Su experiencia materna es materia de su poesía, pero lejos de idealizar la maternidad la vivió desde la complejidad, la ambivalencia y el dolor, sobre todo tras la muerte de su hijo.
Pita Amor no se definió explícitamente como feminista en los términos militantes, pero su vida fue una constante confrontación con los mandatos de género. En sus palabras y actos expresó una crítica radical a la subordinación femenina no solo desde el pensamiento, sino desde la encarnación de una mujer libre, desobediente y dueña de sí misma.
Como señaló Rosa Montero, la literatura de mujeres que se sale de lo esperado suele ser catalogada como “loca” o “excéntrica”, eso le ocurrió a Pita Amor. Su figura ha sido más frecuentemente abordada desde el escándalo que desde una lectura política de su insumisión.
En este sentido, la reivindicación de Pita Amor como figura feminista no debe depender de su adscripción teórica, sino de la potencia emancipadora de su obra y su vida. Como escribió Julieta Paredes: “el feminismo no está en los libros que lees, sino en cómo decides vivir”.
Pita Amor fue una poeta que escribió desde la intensidad y la rebeldía, pero también desde la vulnerabilidad. Su obra constituye una ruptura con los estereotipos femeninos de su tiempo, una lucha por la palabra propia y por la libertad del deseo. Más allá del mito su poesía debe ser leída como un acto de desobediencia, de afirmación del yo y de cuestionamiento profundo del poder.
En tiempos de múltiples formas de violencia contra las mujeres volver a Pita Amor es redescubrir una voz que, desde su singularidad, anticipó muchas de las luchas que hoy el feminismo enarbola: la libertad del cuerpo, el derecho al deseo, la maternidad elegida y la autonomía vital.
* Escritora.
Opinión | La Época – Con sentido del momento histórico