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En la segunda parte de nuestra entrevista con Sergio Antezana nos quedamos en que formó parte del colectivo Guitarra en Mano, junto al dúo Negro y Blanco, Entre dos Aguas, Alejandro Rivas, Vadik Barrón, Carlos Arancibia y Carlos Sivila, todos cantautores.
Comenzó el año 2004 y estuvieron tres años seguidos tocando todos los domingos en El Prado junto a la Alcaldía y la promoción de la cultura. Además Sergio nos presentó su última publicación de canciones en un libro llamado Bitácora del Quilombo (me encantó el nombre y le dediqué una reseña hace un par de publicaciones atrás en este mismo semanario que es mi casa, La Época).
Guitarra en Mano
En esos encuentros tenían la posibilidad de decirles que vayan y toquen en diferentes boliches, el domingo tocar en la Feria, organizar tertulias, trazar una agenda, eran buenos encuentros.
“Hay un par de discos que se lograron grabar, uno se llama justamente Guitarra en Mano, que lo produjo la radio Wayna Tambo. En Cochabamba hay un disco llamado Encuentro (2004), yo era el gestor por alguna cercanía y teníamos algo de plata para el estudio. Teníamos un aporte de la cooperación suiza. Fue creciendo un movimiento bueno. Todos teníamos esa onda de pasarnos música. Se ponían a hablar de Queen o hacer voces, no solo era trova, había muchos lenguajes, en las guitarreadas aprendía mucho.”
Sencillo: segundo disco
“En 2004 ya saqué el segundo disco, este sí lo subí a redes sociales. Se llama Sencillo. Está mucho mejor, tiene una canción que se llama así como el disco, no la grabé en el primero. Había gente que me preguntaba sobre el tema, entonces les di el gusto y la publiqué. Este disco igual es muy acústico, lo volví a grabar con Pro Audio y Wayna Tambo.
Algo muy lindo que me pasó fue conocer a Vadik Barrón. Él realmente estaba en otra, estaba con la banda Camaleón, hacía rock. Él fue el artífice que me llevó de nuevo al mundo del rock. Es multidisciplinario, era como que hacía rock, pero si iba a una guitarreada hacía Silvio Rodríguez. Escribe poesía, ganó algunos premios. Recién salió mención en los premios Franz Tamayo. Tiene un Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal, es decir, estaba en todo.
Nos conocimos… debió ser en 2008. Él estaba terminando con la banda Camaleón y sacando su primer sencillo llamado ‘Astronauta’. A mí me parece un disco espectacular. Ahí fue como que se me abrió bastante la mente. Dije que como cantautor podía ser yo mismo, hacer temas, tocar viola y aumentar el estilo. Hay un momento de maduración, el año 2009, donde sale un tercer disco llamado Caligramas”.
Caligramas, tercer disco
“En este tercer disco ya me doy el gusto de meter algo de rock. Es una ruptura muy marcada a lo que esperaba la gente. Fue una cosa inesperada, pero divertida, influenciado por los 90 y el grunge. Tiene temas así.
Me lancé a ese lado. Fui encontrando una personalidad que se combina, que fluye entre ambas. Pienso que Fito Páez hace mucho de eso, tiene temas como ‘Ciudad de pobres corazones’ y también acústicas con Mercedes Sosa o temas como ‘Quien dijo que todo está perdido’. Para mí tiene esa capacidad. Me gusta mucho ese disco Naturaleza sangre, que es rockero pero también es donde Rodolfo le mete solo piano y si quiere hace una chacarera y el siguiente es un tema electrónico. Es un monstruo.”
Bitácora del Quilombo
“Este último libro que publiqué, que además tiene cinco discos míos grabados en flash para que todos tengan mi música, es algo como lo que tú estás haciendo, compilar artículos que alguna vez escribí en la revista Rascacielos, Puño y letra y en diferentes periódicos. Además puse un QR para que la gente acceda a lo que estoy escribiendo, directo a la música. En eso está Fito Páez, porque me gusta mucho, no sé si sea el más largo, probablemente sea el de Pearl Jam, es una linda compilación.
A este libro le he tirado todas mis obsesiones. Escribo sobre El titiritero de Banfield, ‘La despedida de la nostalgia’; Jorge Drexler, ‘Ciudadano del mundo’; Les Luthiers, ‘Nos dejan, creo que podrían habernos dejado en otra parte’; Vox Dei, ‘La biblia del rock en español’; Robi Draco Rosa, ‘El vértigo del frío’; Juan Carlos Bagietto, ‘La terapia de un monstruo’; Tracy Chapman, ‘La nostalgia del dolor’; ‘La tecnología en la música: complementos y sustituciones’, entre muchas cosas más.”
El regreso al rock
“Tenía una novela de Fito Páez que la estaban vendiendo en el Luna Park, en el Yo te amo, que la compré en Buenos Aires, con mi novia, mi esposa. Leí ese libro. Entonces en ese disco Caligrama vuelvo al rock. Hago más canciones de ese etilo. Esa es la joda, me suelto totalmente.
En ese tiempo sacó su disco Incubus, el Wish you were here. Ese disco es impecable, esa época es muy buena para mí, hablo de 2009, cuando vuelven a salir buenos temas de Pearl Jam (para mi gusto). Dije: ‘veré qué está pasando en ese mundo’, y me topé con una locura de gente, aparecieron cosas muy interesantes como Gary Clark Jr., que abrió a Eric Clapton en su gira de despedida. Buenazo.
Como volví al rock y me topé con el Alejandro Rivas –él es economista y estaba terminado su maestría en producción musical en Bélgica y yo estaba terminado una maestría en Madrid– le dije: ‘estaré unos días por Europa, a ver si nos vemos’; me dijo que vaya a visitarlo. Fue lindo, tocamos en un bolichito en Bolivia que se llamaba el Caldero de la Bruja, en la misma cuadra del Avesol, en la calle Goitia, cerca de la UMSA.
Cuando me encontré con Ale Rivas me contó todo lo que había aprendido, cosas diferentes. Me había dicho que pensaba volver a Bolivia en un año, y cuando llegó grabamos el disco Antezana, porque es algo que me decían desde colegio, cuando era rockero. Hicimos el disco que es puro rock, es bien noventero.
Estoy ahí de nuevo, a pilotear otro mundo, voy a más a radios, esto es más comercial, lo otro no era comercial. Es un rencuentro con la guitarra eléctrica, me compré unas violas más acústicas, además de tener mi yamahita, que estaba destruida ese tiempo.”
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