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Por La Época-.
La aprehensión y detención preventiva del expresidente Luis Arce Catacora, ilegal por donde se lo ve que hasta comentaristas de derecha como Carlos Valverde lo han apuntado, es una señal de la orientación que ha decido tomar el gobierno de Rodrigo Paz Pereira, a quien se lo consideraba en algunos círculos políticos y sindicales vinculados al primer presidente del Estado Plurinacional como un político de centroderecha con el que se podían garantizar conquistas logradas durante el Proceso de Cambio.
Esta orientación se aleja de lo que en la ciencia política se califica de “bonapartismo”, como desde distintos calificaron a algunos de los gobiernos militares de Ovando (más a la derecha) y Torres (más a la izquierda). El primero incluso tomó medidas como la nacionalización del petróleo -la segunda en la historia de Bolivia- y por otra parte ordenó el exterminio de los combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que operaban en el norte de La Paz, un año después de la ejecución extrajudicial del comandante Ernesto Che Guevara. En el presente siglo un gobierno bonapartista típico fue el de Carlos Mesa, que se movía en función de la confrontación de clases y, como todo gobierno de equilibrio, terminó tomando una posición definitiva e inclinó la balanza a favor de las clases dominantes.
Del gobierno de Paz Pereira se esperaba, al menos al inicio, posiciones bonapartistas por dos razones fundamentales: primero, no cuenta con fuerza organizada propia y tiene de acompañante a un vicepresidente con arraigo popular pero con posiciones de derecha y hasta de revanchismo. Segundo, el voto mayoritario de las fracciones de la pequeña burguesía y de la burguesía como tal se canalizaron hacia el candidato Jorge Tuto Quiroga. Es decir, se esperaba un bonapartismo más de derecha, pero con señales de cierta apariencia democrática que ahora se ponen en duda. De hecho lo más probable es que a la mitad de su mandato, poco antes o poco después, un realineamiento de fuerzas dentro de la derecha lo deje solo. Muchos volverán al seno de Unidad Nacional que tiene en Samuel Doria Medina un político empresario que no va a renunciar a ser presidente del país, otros estarán con Lara que tiene su propio proyecto y finalmente otros tomarán por el camino de más derecha. Dunn y Quiroga son los referentes de esas posiciones. La reaparición del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) puede ayudarlo un poco pero no mucho.
La propuesta de investigamos y luego procesamos señalada en su campaña, presuntamente a través de comisiones, se ha quedado en el tintero y ese puede ser el talón de Aquiles de Paz Pereira, quien enfrentará diversos tipos de resistencia a las medidas de ajuste neoliberal que las tiene preparadas pero todavía no lanzadas por dos razones: no hay el colchón económico que se esperaba y no se tiene la seguridad de que la población las vaya a recibir sin resistencia.
Entonces, de una parte Paz Pereira fue presionado a seguir el consejo de sus asesores construyendo una cortina de humo con la detención de Luis Arce, pero de otra su experiencia en la política, que no es pequeña, le mostraba que era mejor caminar por el delgado hilo del equilibrio. La elección del primer camino muestra cuanto de ignorancia tienen sus asesores por desconocimiento de la dinámica social en Bolivia.
Opinión – La Época – Con sentido del momento histórico

