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La entrada La violencia de género en La Casa de los Famosos apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.
Por Soledad Buendía Herdoíza * -.
La Casa de los Famosos, un reality show que ha capturado la atención de millones en México, representa un fenómeno televisivo donde celebridades de distintos ámbitos conviven en un espacio cerrado y son filmados continuamente. El formato del programa, que sigue la tradición de Big Brother, explota las interacciones humanas en condiciones de aislamiento y competencia, lo que ha dado lugar a dinámicas de poder, conflictos y, en muchos casos, la manifestación de violencia de género. Este artículo busca denunciar la normalización y reproducción de conductas violentas hacia las mujeres dentro del programa, evidenciando la necesidad de una reflexión crítica sobre el contenido que se consume y sus implicaciones sociales.
Desde su creación La Casa de los Famosos ha sido un espejo distorsionado de la sociedad mexicana, donde las normas patriarcales y machistas no solo se reflejan sino que se amplifican debido a la naturaleza competitiva del show. Las personas participantes a menudo recurren a dinámicas de poder que perpetúan estereotipos de género, relegando a las mujeres a roles subordinados. El lenguaje, los gestos y las acciones que denotan desprecio, control o cosificación hacia las mujeres son frecuentemente exhibidos e incluso glorificados como parte del “juego”.
Es alarmante ver cómo el programa ha permitido que actos de violencia psicológica y verbal se desarrollen frente a las cámaras sin que haya una intervención. Comentarios despectivos, la subestimación de las capacidades de las mujeres participantes y la utilización de la sexualidad como herramienta de control son ejemplos de cómo la violencia de género se manifiesta en este entorno. La dinámica de competencia, que podría ser neutral en cuanto al género, se convierte en una arena donde las mujeres son constantemente desacreditadas y minimizadas, reforzando las desigualdades de género.
Uno de los aspectos más preocupantes es la complicidad implícita de la audiencia en la perpetuación de esta violencia de género. La votación del público, que decide quién permanece y quién es eliminado, refleja no solo las preferencias de entretenimiento, sino también una aceptación tácita de las dinámicas de poder observadas en la pantalla. La audiencia, al no denunciar las actitudes machistas y violentas, se convierte en cómplice de un sistema que normaliza el maltrato hacia las mujeres.
Además, los medios de comunicación que producen y transmiten este tipo de contenido tienen una enorme responsabilidad en la construcción de narrativas que pueden afectar profundamente a la sociedad. La falta de una postura crítica por parte de los productores y la omisión de intervenciones que frenen los diversos tipos de manifestaciones de violencias dentro del programa demuestran una falta de compromiso con la promoción de valores de igualdad y respeto. Al priorizar el drama y la controversia sobre el bienestar de las personas participantes, los productores perpetúan un ciclo de violencia que trasciende la pantalla y se inserta en la cultura popular.
La violencia de género en La Casa de los Famosos no es un problema aislado, sino un reflejo de una sociedad que aún lucha por erradicar el machismo en todas sus formas. Es imperativo que tanto los medios de comunicación como la audiencia tomen consciencia del impacto que tiene el consumo de este tipo de contenido en la persistencia de las violencias. Los reality shows, en su afán por entretener, no deben sacrificar los valores fundamentales de respeto e igualdad. Solo a través de una crítica activa y una demanda de contenido más consciente podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa.
La televisión tiene el poder de moldear actitudes y comportamientos, y con ese poder viene una gran responsabilidad. Es momento de que los productores de programas como La Casa de los Famosos asuman su rol en la construcción de una sociedad libre de violencia de género y tomen medidas concretas para erradicar las dinámicas de poder que fomentan la desigualdad. Al mismo tiempo, la audiencia debe reflexionar sobre el tipo de contenido que apoya y cómo sus decisiones de consumo pueden contribuir a un cambio positivo en la representación de género en los medios.
* Exasambleísta ecuatoriana.
Opinión | La Época – Con sentido del momento histórico