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Por La Época -.
El presidente Luis Arce, hasta ahora el seguro candidato a la reelección por el Movimiento Al Socialismo (MAS-IPSP), ha sostenido en el ampliado nacional del viernes 21 de febrero que en las elecciones de agosto de este año habrá dos proyectos programáticamente distintos en disputa: el de los que sueñan con restaurar la república excluyente y reeditar la aplicación del modelo económico privatizador y transnacionalizador, y el de quienes apuestan por superar el mal momento y encaminarse a profundizar la construcción del Estado Plurinacional, empoderar más al pueblo y alcanzar una mayor independencia económica y soberanía política.
Planteado así el cuadro de situación, es evidente que Arce se coloca una mochila bastante pesada. El que el MAS sea la síntesis de un proyecto de izquierda implica varios desafíos inmediatos: privilegiar la política antes que lo meramente administrativo, construir la unidad de la izquierda (que ya lo señaló en dos oportunidades), tomar medidas de gobierno que favorezcan a las mayorías, identificar canales que permitan una mayor participación del pueblo y estar dispuesto a llevar adelante un gobierno y campaña de carácter épico que compense desde lo heroico los problemas que se tienen en el campo de la economía debido a varias causas nacionales e internacionales.
Para un observador medianamente acucioso de la política no habrá duda de que Luis Arce se ha colocado a la izquierda desde que empezó la gestión. Empero, tampoco hay duda de que la campaña del evismo para situarlo en una posición de derecha y proimperial es implacable. Aunque es cada vez menor, el expresidente cuenta con un acumulado en el campo nacional-popular que todavía le facilita desviar su desplazamiento a las posiciones nacionalistas conservadoras y hasta de derecha. Que muchos de sus portavoces en la ALP se opongan a los contratos para la industrialización del litio con empresas de China y Rusia, y que públicamente sugieran suspender los vuelos de BOA a Cuba, son apenas manifestaciones de su renuncia a una posición de izquierda.
En realidad, una identificación de los que están cerca al expresidente permite concluir que las declaraciones de izquierda que se plantean son eso, solo declaraciones testimoniales que no condicen con la práctica política ni con la historia larga de lucha de los explotados y oprimidos de Bolivia. Y ahí es oportuno recordar a Andrés Solíz Rada, quien dijo que había una diferencia entre el antiimperialismo testimonial y el antiimperialismo efectivo, y que sirve para demarcar claramente una narrativa engañosa de Morales y su práctica real, cuando se aprecia que es el político indígena quien fue funcional a la estrategia impulsada desde la embajada de Estados Unidos para dividir al MAS, debilitar al Gobierno y poner en peligro la continuidad del Proceso de Cambio.
Bueno, Arce debe ir contra todo eso. No es fácil, porque los mitos no se destruyen de la noche a la mañana. Y, lo que es más complicado, que Arce tenga la capacidad de negarse asimismo en varios aspectos para develar lo que tiene dentro: su posición y convicción de izquierda. Y, sobre todo, de desterrar cualquier tentación de un nuevo culto a la personalidad y de apoyarse en el pueblo.
Opinión | La Época – Con sentido del momento histórico