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La entrada Juegos Olímpicos París 2024 y el logro de la paridad de género apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.
Desde su establecimiento en la Antigüedad los Juegos Olímpicos han sido un símbolo de excelencia atlética y competencia global. Sin embargo, este evento deportivo ha reflejado durante mucho tiempo las desigualdades de género prevalentes en la sociedad. A lo largo de la Historia la participación femenina en las Olimpiadas ha sido limitada: en los primeros Juegos Olímpicos de Atenas 1896 no participó ninguna mujer, para cambiar esta realidad han tenido que superar barreras significativas para obtener reconocimiento en este escenario internacional. Esta columna examina la evolución de la participación femenina en los Juegos Olímpicos, destacando los logros significativos en la equidad de género y las normativas implementadas por el Comité Olímpico Internacional (COI) para promover la igualdad.
Los primeros Juegos Olímpicos modernos, celebrados en Atenas en 1896, estuvieron completamente cerrados a la participación femenina. Pierre de Coubertin, el fundador de la instancia, expresó opiniones que reflejaban las actitudes patriarcales de la época, argumentando que las mujeres “no estaban hechas” para la competencia deportiva. Fue solo en los Juegos de París en 1900 cuando las mujeres pudieron participar por primera vez, aunque en un número limitado de deportes: tenis, golf, vela, croquet y equitación.
Durante las siguientes décadas la participación femenina en estas competiciones fue aumentando gradualmente, aunque seguía siendo una fracción de la participación masculina. En 1928 las mujeres fueron incluidas en el atletismo, un hito significativo a pesar de las resistencias y preocupaciones basadas en estereotipos de género sobre la “fragilidad” femenina. Sin embargo, las pruebas que podían disputar eran limitadas, y se evitaban las disciplinas más extenuantes.
Fue a partir de los años 70 cuando se empezaron a ver avances más notorios. El Movimiento Olímpico, bajo la presión de cambios sociales y el crecimiento del movimiento feminista, comenzó a abrir más deportes a la participación femenina. En 1984, los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fueron testigos de la inclusión de la maratón femenina, una prueba que desafió los estereotipos de que las mujeres no podían participar en competencias de resistencia extrema.
En las últimas décadas los Juegos Olímpicos han visto un aumento considerable en la participación femenina. Los Juegos de Londres 2012 marcaron un hito histórico al convertirse en los primeros en los que todas las naciones participantes incluyeron mujeres en sus delegaciones. Este fue también el primer evento en el que las mujeres pudieron competir en todos los deportes, con la inclusión del boxeo femenino.
Los Juegos de Río de Janeiro en 2016 vieron a las mujeres constituir el 45% de todos los atletas, una cifra que sigue siendo insuficiente, pero que refleja un progreso significativo desde los tiempos en que las mujeres estaban casi completamente excluidas. Además, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aunque celebrados en 2021 debido a la pandemia, fueron considerados los más equilibrados en términos de género, con un 48,8% de participación femenina. El programa incluyó nuevas disciplinas como el surf y la escalada, donde mujeres y hombres compitieron con igualdad de condiciones y visibilidad.
El mundo esperó 128 años para ver que en París 2024 el 50% de las 10 mil 500 personas que compitieron en los Juegos Olímpicos fueron mujeres; se realizaron 152 pruebas de medalla para mujeres, 157 para varones y 20 mixtas.
El COI ha implementado varias normativas para avanzar hacia la equidad de género en los Juegos Olímpicos. En 1991 se estableció una política que exige que cualquier nuevo deporte que solicite ser incluido en los Juegos debe contar con competencias tanto para hombres como para mujeres. Esta norma ha garantizado que la equidad de género sea una consideración fundamental en la expansión del programa olímpico.
En 2004 el COI lanzó su primera Agenda de Igualdad de Género, estableciendo objetivos claros para aumentar la participación de las mujeres no solo como atletas, sino también en roles de liderazgo y toma de decisiones dentro del Movimiento Olímpico. Además, se han realizado esfuerzos continuos para asegurar que la representación femenina en los deportes sea igualitaria, incluyendo la paridad en la distribución de eventos masculinos y femeninos en términos de cobertura mediática y programación. También ha trabajado para erradicar las desigualdades más sutiles, como la diferencia en el número de eventos o el tiempo de transmisión en horario estelar para deportes femeninos. El compromiso del COI con la equidad de género se ha manifestado en su estrategia Agenda Olímpica 2020+5, que incluye 15 recomendaciones específicas para fortalecer la igualdad de género en todos los niveles del Movimiento Olímpico.
La historia de la participación femenina en los Juegos Olímpicos refleja una lucha constante por la equidad de género en el deporte. Desde la exclusión inicial hasta la paridad alcanzada en los Juegos recientes, el progreso ha sido notable pero no sin desafíos. Los logros en la equidad de género en los Juegos Olímpicos son el resultado de décadas de persistencia por parte de atletas, activistas y organizaciones que han desafiado las normas tradicionales de género. Sin embargo, la lucha por la plena igualdad continúa, y es fundamental que el COI y otras instituciones deportivas sigan promoviendo políticas que aseguren un campo de juego verdaderamente equitativo para todas y todos los atletas. Aunque un 70% de la gente ve deportes femeninos, los deportes femeninos solo protagonizaron el 16% de la cobertura mediática deportiva, estos deportes tienen un 14% más de seguimiento en redes sociales que los de hombres, pero menos atención por parte de la prensa. Persisten retos y desafíos que como sociedad debemos enfrentar para hacer del deporte un espacio que incluya a todas, todos y todes.
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