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Por Esteban Ticona Alejo *-.
Se ha consumado el triunfo de los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia del Estado Plurinacional en segunda vuelta: Rodrigo Paz y Edman Lara, respectivamente. Se comenzó a hablar del legado de la familia Paz como dinastía política; se hace referencia a Víctor Paz Estenssoro y Jaime Paz Zamora, expresidentes, y ahora le tocará ser presidente a Rodrigo Paz Pereira. Víctor y Jaime son parientes muy cercanos de Rodrigo.
Pero, ¿qué entendemos por dinastía política? Nos referimos a familias, sobre todo a linajes e incluso a una especie de castas, cuyos miembros participan activamente en la política a lo largo de varias generaciones. Estas prácticas les han permitido perpetuarse en el poder político, ni qué decir de ser portadores del estatus e influencia social heredadas. En el caso boliviano tenemos muchos ejemplos: la familia Pando, el tronco de los Siles e incluso la rama del actual gobernador de San Cruz, Luis Fernando Camacho.
En el diccionario la palabra dinastía está asociada a la monarquía, es decir, a las élites de las sociedades medievales o feudales. ¿Cómo se han incrustado las prácticas feudales en las democracias liberales del Estado-nación? ¿Cómo las familias dinásticas han reproducido políticas anacrónicas? En fin, si bien en la lógica son totalmente contrapuestas, han generado una especie de imaginario político y esta forma de hacer política está naturalizada. Si el liberalismo apuesta por el individuo-político, ¿por qué existe la práctica política familiar? Lo más notorio y peligroso de las dinastías políticas es que “todo queda en familia” y “para la familia”. Es una forma de consanguinidad usufructuaria perversa en la política.
Las recientes declaraciones del presidente electo, Rodrigo Paz, contienen mucho de lo afirmado. Hace alusiones permanentes a su padre Jaime Paz y también al tío Víctor Paz. Sobre este último dijo que “sacó al país de la crisis económica profunda”. Denotando que él, como futuro presidente, “también lo hará”. Otro ejemplo, la esposa e hija de Rodrigo. En una entrevista a un medio de comunicación la hija dijo que “no le interesaba la política”, pero está haciendo política familiar y públicamente. La esposa ya se ocupa de detalles organizativos y protocolares para la transmisión del mando presidencial en los próximos días. Quiere darle el toque familiar-político de los Paz, muy al estilo monárquico.
A propósito, Paz declaró que ejercerá su mandato desde el Palacio Quemado y no desde la Casa Grande del Pueblo; se comenta que esta medida fue por sugerencia de su padre Jaime Paz. Todas estas acciones muestran el cómo quieren mantener el legado colonial en un espacio físico llamado Palacio y no en una Casa. Se rechaza la Casa Grande porque fue construida por decisión del expresidente Evo Morales. En otras palabras, ¡se detesta porque la Casa fue idea del indio Evo y sus seguidores! La dinastía familiar o política de los Paz contiene muchos elementos excluyentes, desde la discriminación más sutil hasta el racismo estatal.
¿Qué más hay detrás de este carácter hereditario en la política? Está la herencia de la sangre política, para decir que “si llegaron hasta ahí se lo deben en parte a su apellido”. Una constatación contundente de que la democracia republicana aún es una extensión colonial (con algunas modificaciones) y que el carácter teórico liberal de apuesta por el individuo es mera retórica. La dinastía política, expresada en los apellidos y sus símbolos, sigue siendo una forma de legitimación política.
¿Se podrá eliminar la dinastía política? Sabiendo que las virtudes políticas no se heredan, ¿será posible una nueva ley de partidos y representaciones políticas donde se erradique la postulación de los herederos políticos?, ¿será posible que los Paz u otros apellidos que gobernaron no se postulen más en el futuro? Si sucediera positivamente seguramente se gritaría que la prohibición a las dinastías familiares es un gran atentado a los derechos humanos de los individuos. ¿Cómo fijar esa frontera individual de la familiar-dinástica?
Una de las grandes debilidades está en los partidos y movimientos políticos. En los últimos años han mudado a ser empresas familiares para lucrar dinero o negociar representaciones con grandes peculios. Estas profundas debilidades institucionales han favorecido para que sigan existiendo dinastías políticas o sus similares. Awkilixa Víctor sata, jupan masipaxa Jaime sataraki, jichha chhijllataxa Rodrigo satarakisa. Jupanakakixaya apnaqchistuxa. Jupanakakixaya wiñay wiñay apnaqañ munapxchistuxa. Arsusiñasawa ukham jaqinakatxa ¿janicha?
* Sociólogo y antropólogo aymara boliviano
Opinión – La Época – Con sentido del momento histórico

