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La entrada A 53 años del golpe fascista de Banzer apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.
Por Luis Oporto Ordóñez -.
La conspiración contra el gobierno del general Juan José Torres fue dirigida por el embajador Ernest V. Siracusa, quien solicitó financiamiento para el movimiento golpista, logrando que Washington desembolse 410 mil dólares, destinados a “sufragar los gastos de organización involucrados en la movilización”. Con esos recursos se “compró espacio en los periódicos, tiempo de radio, equipos y suministros, más el pago de los salarios de los escritores” [1]. La CIA, por su parte, aportó con una significativa suma. Mario Gutiérrez “tuvo que unir a la FSB (…) y luego pactar con la alta dirección movimientista” [2]. La oligarquía cruceña, a través de las familias Gasser, Gutiérrez, Wille, Shilling, Bauer y Killman, “habría contribuido con 20 mil dólares, la de Cochabamba con 10 mil. Se desconoce el monto de la ayudad financiera de La Paz” [3]. La Comisión de La Verdad “demuestra el protagonismo del sector agroindustrial de Santa Cruz en la preparación y desarrollo del golpe” [4].
Andrés Selich y Carlos Valverde, autores de la masacre en Santa Cruz
En cuanto se confirmó el golpe el Gobierno ordenó el apresamiento de Banzer y jefes civiles y militares en Santa Cruz. Banzer es trasladado a La Paz con algunos civiles fascistas. Militares y líderes civiles son apresados. El 19 de agosto el golpe de Estado fue liderado en Santa Cruz por los jefes fascistas Mario Gutiérrez, Ciro Humboldt y Carlos Valverde. Ese día el coronel Andrés Selich, al mando de los Rangers de Montero, ocupó la ciudad. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) intentó eliminar físicamente a la dirigencia fascista que arengaba a la población desde un balcón detonando un artefacto casero, con resultado fallido. Selich ordenó “que fusilen inmediatamente a los comunistas que están presos en la Universidad”. Carlos Valverde, y su grupo de choque de la Falange, “entraron a la Universidad y dispararon sus ametralladoras sobre más de 30 jóvenes estudiantes maniatados”. 16 universitarios perdieron la vida, fusilados a quemarropa. “Era tal el estado de desquiciamiento de los fascistas, que seguidamente tomaron el hospital para rematar a los heridos”, afirma Gustavo A. Navarro.
Una obra testimonial de alto valor
Jorge Gallardo Lozada desempeñó como secretario privado del gobierno del general Alfredo Ovando Candia, fue designado ministro del Interior por el gobierno del general Juan José Torres. Redactó en el exilio, en 1972, un testimonio de primera mano, con el título De Torres a Banzer. Diez meses de emergencia en Bolivia, una especie de “diario de campaña” [5] que adquiere importancia capital para comprender el proceso revolucionario del gobierno de J. J. Torres, el papel de los partidos de izquierda, la creación de la Asamblea Popular y el golpe imperialista a través de militares y civiles fascistas.
En La Paz, el viernes 20 de agosto, una marcha de 50 mil manifestantes [6], integrada por obreros, maestros, universitarios y el comando laboral del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), expresa su apoyo al Gobierno. En su obra relata: “los jóvenes agitadores universitarios reclamaban con energía la inmediata entrega de armas”. De la misma manera, el líder minero Juan Lechín “exigió que el Presidente entregara al pueblo las armas para defender el proceso gravemente amenazado por la subversión fascista desencadenada en Santa Cruz, llamando a la movilización obrera masiva”.
La batalla de La Paz
En este singular “diario de campaña”, describe la batalla de La Paz: “A las 11:30 de ese sábado histórico, 21 de agosto de 1971, nos reunimos a puerta cerrada con Miguel Alandia Pantoja y otros líderes políticos y obreros; en ese momento llegó Lechín”. Las fuerzas revolucionarias lograron tomar la Intendencia del Ejército y se hicieron de algunas armas, fusiles Mauser y granadas. “El combate de Laikakota era muy violento y estruendoso por el estallido de las granadas y de los proyectiles disparados por ambos bandos. Entre los combatientes estaban Simón Reyes (PC-Moscovita), que comanda un grupo de su partido; Jorge Ríos Dalenz (MIR), partido que contaba con más de un grupo de combatientes; Liber Forti, asesor cultural de la Federación minera; Paulino Quispe (Huila Saco) y Miguel Alandia Pantoja (POR-Lora), que combatía junto a una columna muy disciplinada de luchadores. La metralla del Castrillo hacía retroceder a las milicias obreras. También participó en el combate José Antonio Moreno (POR-Gonzáles). Se vio a Jorge Kolle (PC-Moscovita) colaborando con uno de sus camaradas. Una brigada del MIR contestó al fuego graneado de los enemigos con una ametralladora liviana; se distinguía en ese grupo el padre Leo, un sacerdote del tercer mundo que había adquirido vasta experiencia de combate en la Legión Extranjera”. El diario describe el asesinato del padre Mauricio Lefevre, quien acudió a socorrer a un herido en la calle Rosendo Gutiérrez.
Torres informó que los carros de asalto del Tarapacá bajaban desde El Alto. Se decidió dinamitar la carretera, pero la dinamita almacenada en el cuartel de Bomberos, desapareció. Los fabriles, encargados de dinamitar la vía a la altura de la Said, observaron impotentes el paso de los carros de asalto que a las 20:30 ingresan a Plaza Murillo. A las 20:45 Torres abandona Palacio de Gobierno.
El combate de Laikakota, triunfo de las milicias populares
El combate de Laikakota concluyó con el triunfo de las tropas revolucionarias, a las 20:00 horas. El ELN, con más de 30 hombres bien entrenados, había luchado desde horas tempranas. Su gente era experimentada y perfectamente dispuesta para el combate: “Muchos de sus combatientes llegaron hasta la temeridad, acercándose a los nidos de ametralladoras de los enemigos y arrojando granadas de guerra con las que los destruían. El triunfo de Laikatota se debió en buena parte a esos heroicos luchadores que, junto con las brigadas de los diferentes partidos de izquierda, habían demostrado una pasión extraordinaria por la causa que defendían, llegando a derrotar con valentía y coraje sin límites a las tropas del Castrillo. Habían derrotado nuevamente al Ejército”.
La derrota
Los revolucionarios se volcaron a atacar al Gran Cuartel de Miraflores. Finalmente, la presencia de los carros de asalto del Tarapacá definió la suerte: “Los carros de asalto se aproximaron a las inmediaciones del Estadio y empezaron a barrer todas las avanzadas de combatientes revolucionarios (…) Eran las 21:30. Se apoderaron de toda esa zona. A las 22:30 llegaron a la Facultad de Medicina y comenzó un violento tiroteo. A las 23:15 se reconoce la derrota. Lechín aprueba el desbande. Cuarenta y cuatro personas, entre ellas dos mujeres, abandonan el Ministerio del Interior, que se había convertido en el último reducto revolucionario. Eran las 23:30 horas del 21 de agosto de 1971”. Banzer inicia un régimen fascista que se prolongará por siete años.
Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.
1 Archivos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos, citado por Gustavo A. Navarro: Militarismo, luchas sociales y desarrollo (Santa Cruz y se relación con los gobiernos militares 1964-1982). Santa Cruz de la Sierra, El País, 2024.
2 Carta de 24 de mayo de 1974, de M. Gutiérrez a H. Banzer, citado por Tomás Molina: Triángulo letal, Cochabamba, 2007.
3 Gustavo A. Navarro, Op. cit.
4 Memoria histórica de las investigaciones. Dictaduras 1964-1982. La Paz, Comisión de la Verdad, s. f.
5 Jorge Gallardo Lozada: De Torres a Banzer. Diez meses de emergencia en Bolivia. Buenos Aires, ediciones Periferia, colección “Estados Unidos y América Latina”, 1973.
6 Gustavo A. Navarro, señala la cifra fe 80 mil personas.
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