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La entrada A 16 años del Estado Plurinacional: entre su profundización y consolidación o el retorno a la república colonial apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.

Todo parece reducirse a dos opciones definitivas: o se sigue con la profundización del proceso de transformación histórica iniciado en 2006; o se retrocede al modelo republicano de profundo carácter colonial.
Este 2025 muestra esas opciones, la patria contra la antipatria, el futuro contra el pasado, el bienestar colectivo contra el privilegio de unos pocos. Aquí la responsabilidad no puede ser considerada como individual, no puede atribuirse a una sola persona, por muy importante que hubiese sido o que sea aún en el proceso, la responsabilidad es de todos los bolivianos, pero fundamentalmente de su clase dirigente, que son quienes finalmente deberán responder ante la Historia por lo que hagan hoy, en un momento crucial.
Algo de historia
La Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, tras la aprobación del nuevo texto en 2009, como producto de una Asamblea Constituyente, la primera realizada en toda la historia de nuestro país desde su fundación como república, allá hace 200 años, en 1825, es el hito más importante, el cambio más profundo en la estructura misma de la patria.
Este cambio fue el producto de una larga lucha del pueblo a lo largo de su vida republicana, fundamentalmente tras la guerra del Chaco, dadas las consecuencias sociales y políticas que conllevó este conflicto bélico, el encuentro por primera vez, en el frente de combate, de quechuas, aymaras, guaraníes y otros, reconociéndose como bolivianos en situaciones muy particulares. Este despertar de la Bolivia profunda, invisibilizada e ignorada desde la Colonia, se vio fortalecida con la Revolución Nacional de 1952, con la aplicación de medidas como la reforma agraria y el voto universal, entre otras, aun cuando el desenlace de este proceso no fue el esperado por la capitulación de quienes la encabezaron.
Durante la negra noche de las dictaduras militares y las dos décadas de neoliberalismo el ascenso, la organización y la movilización de las organización sociales del campo y las ciudades, desde siempre postergadas por una oligarquía criolla y mestiza que se apoderó del poder desde la fundación de la república tras la derrota de los españoles, fue otro factor clave en la construcción de este nuevo Estado.
La Asamblea Constituyente instalada en 2006 no fue sino el resultado de esas luchas y el nuevo marco constitucional, aprobado por la mayoría de los bolivianos, tenía forzosa e ineludiblemente que reflejar la diversidad cultural, étnica y lingüística del país, históricamente invisibilizada por las estructuras estatales republicanas y abrir el Estado a esa plurinacionalidad en todos sus campos.
El reconocimiento de la diversidad, destacando la existencia y visibilizando a todos los pueblos indígenas; la redistribución del poder, promoviendo la inclusión y el acceso a las instituciones y su administración, de todas y todos los bolivianos sin discriminación y de los recursos y la democratización del Estado, sobre la base de la inclusión, la justicia social y el respeto a las diferentes identidades culturales, fueron las bases de este nuevo Estado.
La refundación del Estado garantizó la convivencia entre los bolivianos, a partir del reconocimiento y protección de los derechos de los pueblos indígenas, sus idiomas, cultura, su identidad y sus formas de autogobierno, de la redistribución de los recursos económicos para reducir la pobreza y la desigualdad, la recuperación de los recursos naturales para el Estado. En síntesis, implementando un modelo de desarrollo sustentable basado en el Vivir Bien.
En estos 16 años de vida del nuevo Estado Plurinacional, interrumpidos durante casi un año por el golpe fascista de 2019, se puede mencionar de manera general que se han conseguido importantes avances como el reconocimiento de derechos, la reducción de la pobreza, que se redujo, por ejemplo, la extrema, de más del 38% en 2006 a cerca del 15% en 2019; la recuperación del control estatal sobre la recursos naturales y especialmente sobre los hidrocarburos, cuyos ingresos permitieron una mayor inversión en infraestructura y servicios básicos y el incremento sustancial en el acceso de la población a la educación, la salud y los servicios básicos; y, finalmente, el haber permitido a Bolivia liderar debates globales sobre medio ambiente, agua como derecho humano, descolonización y lucha contra toda forma de discriminación.
16 años y el futuro
Esta semana el Estado Plurinacional recordó sus 16 años en medio de una coyuntura particular marcada por un año electoral donde obviamente la actividad política va a sobreponerse a todas las demás actividades, incluso a la agenda económica que ha estado marcada por problemas en el abastecimiento de carburantes y la crisis de la disponibilidad de dólares, sin dejar de lado la profunda crisis judicial sin resolver a plenitud con las elecciones judiciales de diciembre pasado.
A todo ello sumemos la celebración de los 200 años de la fundación de la República de Bolivia, que evidencia una aún abierta disputa entre los nostálgicos del Estado republicano y quienes impulsaron y sostienen el proceso revolucionario boliviano.
El supuesto agotamiento del modelo económico del Proceso de Cambio ha despertado nuevamente a los viejos dirigentes de la derecha tradicional y a algunos outsiders de la política nacional, que pretenden constituirse en salvadores de la patria, pese a que sus propuestas no tienen nada de nuevo y repiten únicamente, en tono edulcorado, las mismas recetas del neoliberalismo que nos llevó al desastre al finalizar el siglo XX, con algunos condimentos algo atrevidos copiados de los libertarios de moda.
El presidente Luis Arce, a propósito de este dilema, el pasado miércoles en ocasión de la celebración del aniversario del Estado Plurinacional señaló con claridada que “el propósito del Proceso de Cambio no es otro que ser anticolonial, antiimperialista, anticapitalista, antineoliberal y antipatriarcal, luchar por una democracia intercultural y participativa, y más justicia social, con oportunidades para todas y todos. Eso era la ‘Agenda de Octubre’. Algunas metas originales fueron cumplidas y otras aún están por cumplirse”, afirmó.
El primer mandatario agrego que “urge una actualización del Proceso de Cambio, urge profundizar aquel proyecto político liberador. Debemos trazar nuevos objetivos en beneficio de nuestra Patria, nuevos y más ambiciosos planes de salud, educación, medio ambiente, integración, en temas de descolonización y despatriarcalización, así como en economía y otros. Por eso llamo a la reflexión a todas y todos, tenemos que proteger y blindar el Proceso de Cambio, su continuidad ante los peligros internos y externos que nos acechan”.
Y fue claro al poner sobre la mesa lo que podría suceder en las elecciones nacionales previstas para agosto de este año, al señalar que “es importante que el pueblo boliviano identifique que en las próximas elecciones presidenciales hallaremos dos visiones de país incompatibles entre sí; un proyecto país, el nuestro, de izquierda, que defiende a todas las bolivianas y bolivianos, protegiendo especialmente al más humilde, al más pobre, que representa lo nacional-popular, que defiende una amplia participación del Estado y que protege a la población con derechos económicos y sociales, leyes, beneficiando también a nuestras hermanas y hermanos con la generación y redistribución del excedente mediante bonos y más ingreso versus otra visión de país encarnado en la oposición, de derecha y ultraderecha, que propone la privatización de las empresas estatales y arrancar a los trabajadores beneficios conquistados en los últimos años retornando al neoliberalismo en su nueva versión. Es decir, estarán confrontados la patria y la antipatria. El Estado Plurinacional y la República Colonial. Esos son los dos proyectos que se enfrentarán en las urnas en agosto”.
Arce Catacora enfatizó en lo que se debiera hacer para sostener el proceso revolucionario, señalando que “quienes hemos creído y creemos en el Proceso de Cambio no podemos rehuir a la obligación de ‘blindarlo’, a crear las condiciones para que triunfe en las próximas elecciones presidenciales para consolidar el Estado Plurinacional de Bolivia. Y subrayo la idea del ‘Proceso de Cambio’ como un colectivo, porque más que las personas es el proyecto liberador. Y nuestra Bolivia más justa y solidaria es la que debemos consolidar y heredar a las generaciones futuras. El pueblo es la fuerza social y política más poderosa”.
Manifestó que “la única manera de lograr aquello es con trabajo colectivo y la unidad del pueblo boliviano. Trabajo colectivo con organizaciones sociales y especialistas de distintas áreas diseñando un ‘Programa de Gobierno 2025-2030’ democrático, popular, que atienda las necesidades reales de la población, que elabore, socialice, debata y sea corregido las veces que sea necesario antes de ser presentado en sociedad. Y Unidad: porque permite cohesión, lealtad, identidad, compromiso, respetar y conversar las diferencias. No hay más receta que esa: Trabajo colectivo y Unidad”.
Reconocer los errores
Ha sido poco habitual, durante estos 16 años, el admitir los errores o las limitaciones en la construcción de este nuevo Estado Plurinacional. La autocritica es revolucionaria, lamentablemente no siempre fue asumida así por muchos de los dirigentes del proceso.
Por ello resulta destacable que el presidente de los bolivianos asuma en representación de todos que durante el proceso también ha habido equivocaciones y tareas incumplidas.
“En el camino de la construcción del Estado Plurinacional de Bolivia seguro hemos cometido muchos errores y es de revolucionarios reconocerlos. Un verdadero revolucionario no le tiene miedo a la autocrítica. Pero si el pueblo boliviano pone nuestros errores y aciertos en la balanza, verá que han sido más los aciertos que hemos conquistado con el Proceso de Cambio y con nuestro modelo económico”, aseveró el mandatario.
Las tareas pendientes o el relanzamiento del proceso
Coincidimos con el presidente Arce en las tareas que deben encararse hacia adelante, de manera urgente, y que son las que van a garantizar no solo la continuidad del proceso, sino el fortalecimiento y consolidación del Estado Plurinacional, puesto que estas son las que el pueblo ha venido demandando en diferentes instancias.
El tema de la justicia es fundamental para avanzar. No solo en los 16 años, sino desde la fundación misma de la República, que el sistema judicial no funciona, es decir, nunca ha funcionado, pero parece haber llegado ahora a caer en lo mas profundo. No solo se requieren ajustes o reformas, se precisa una verdadera revolución que garantice que la administración de justicia no solo aplique la ley, sino que sea oportuna, incorruptible y que por sobre todo vele los intereses de los más humildes y de la patria.
Se debe también avanzar en materia económica, con medidas que garanticen la estabilidad, la seguridad alimentaria, el poder adquisitivo de la moneda y que replantee temas fundamentales como la subvención universal de los precios de los carburantes, el control de exportaciones, control y límite a las grandes utilidades del sistema bancario, nacionalización de la minería mediana, control estatal total de la exportación de oro, apoyo a los pequeños productores agropecuarios y conversión paulatina de las empresas públicas productivas no estratégicas en autogestionarias.
Un tema central en esta agenda debe estar referido a la reactivación de exploración y explotación de hidrocarburos para garantizar el mercado interno y retomar la exportación. Igualmente, se precisa avanzar con mayor impulso en el tema de la industrialización del litio, como una de las actividades estratégicas más importantes para insertar al país en el mercado mundial de este recurso.
En lo político, las fuerzas populares requieren unidad, superando las divisiones presentadas en algunos sectores que solo son útiles para que la oposición levante la cabeza. Se necesita fortalecer el Instrumento Político en base a la unidad y a una adecuada renovación de cuadros dirigenciales.
Se debe también trabajar en el fortalecimiento de la democracia y uno de los pasos imprescindibles es el establecer las sanciones correspondiente contra quienes interrumpieron el proceso democrático en 2019 y contra todos aquellos que pretendan poner en riesgo la democracia y la tranquilidad y paz de los bolivianos con cualquier tipo de acciones desestabilizadoras.
Hay otras tareas en las que se debe seguir avanzando, siempre de la mano de las organizaciones sociales y del pueblo boliviano del campo y las ciudades. La lucha contra la corrupción, contra el narcotráfico y contra otros delitos que ponen en riesgo la vida de los ciudadanos. Pero lo fundamental es que exista la voluntad para recuperar la unidad, porque es la única forma en que se podrá avanzar en la consolidación del proceso y del Estado Plurinacional.
Beneficiar al pueblo y no a los políticos
Antes de finalizar, es necesario recuperar las palabras del vicepresidente David Choquehuanca a propósito del futuro del Estado Plurinacional, cuando afirmaba que este es “para resolver los problemas sociales de los bolivianos y no para servir a los políticos, a los tecnócratas y burócratas. Los políticos, burócratas y operadores de la ideología de dominación fortalecen todos los días la tarea neocolonial persistente en este Estado Plurinacional. Quienes, detrás de la retórica del bien, alimentan el mal para nuestros pueblos”. (Por Diego Portal).
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