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La entrada Vuelve la amenaza de acortar el mandato de Luis Arce apareció primero en La Época – Con sentido del momento histórico.
Por La Época -.
El viernes pasado, el multimillonario boliviano, que prefiere identificarse como norteamericano, Marcelo Claure, ha sostenido que el presidente Luis Arce debería adelantar las elecciones generales previstas para el 17 de agosto. De inmediato algunos políticos y opinadores salieron en su apoyo.
Los deseos incontrolables, casi obsesivos, de quien sostiene que apoyará a toda la oposición, fragmentada o unificada, para cerrar el ciclo del Proceso de Cambio –el más profundo de la historia del país–, podría aparecer como la simple opinión o el capricho de un hombre que pretende conducir los hilos del Estado y la política para apropiarse de la reservas del litio.
Pero no solo es eso. Hay mucho más de esa posición registrada en la cuenta X del dueño del Bolívar y de otros equipos de fútbol en el mundo. En realidad esa publicación coincide con el anuncio de sectores ultraderechistas del Departamento de Santa Cruz de llevar adelante medidas de hecho contra el gobierno del presidente Luis Arce en los próximos días. Por tanto, el objetivo de desestabilizarlo, con el pretexto de los problemas de abastecimiento de combustible y del rechazo a la disposición séptima de un decreto supremo que establece sanciones contra el agio y la especulación de alimentos, vuelve a cobrar vigencia.
Tanto la posición de Claure y de dirigentes cívicos de Santa Cruz vuelven a darle oxígeno al proyecto de acortamiento de mandato, que figura en la agenda de la oposición desde 2021. Cuando se pensaba que esos planes antidemocráticos habían sido desplazados por una agenda electoral, la realidad política le da una bofetada a la ingenuidad. Lo que estamos observando, de nuevo, es que la guerra híbrida desplegada contra el Proceso de Cambio y el gobierno popular no solo que no ha cesado, sino que tiende a incrementarse con los objetivos, no contradictorios, de que el Presidente renuncie o que siga sufriendo mayor desgaste.
Esta guerra híbrida devela la relación estrecha que existe entre economía, política y subversión ideológica. Con la primera se afecta la base material que hizo posible atender las necesidades acumuladas en décadas por las amplias masas de trabajadores de la ciudad y el área rural; con la segunda se mina los fundamentos de la presencia de las clases subalternas en el ejercicio del poder político; y con el tercero se busca destruir el sistema de creencias que cohesiona al campo nacional-popular-comunitario y le otorga su sello al Estado Plurinacional. Lo grave, como hemos señalado varias veces, es que una facción políticamente conservadora del campo popular es la que más ha servido a esos planes imperiales para la ejecución de esta guerra multidimensional.
Que los problemas de falta de disponibilidad de dólares, abastecimiento de combustibles y elevación de precios de los alimentos existen, es algo que no se puede negar. Pero que las manifestaciones de la crisis económica se pretenden utilizar para propinarle un golpe de muerte a un gobierno popular, es un dato político incontrastable.
Nuevamente la respuesta a esos planes es la iniciativa, lucha y ofensiva política del pueblo.
Opinión | La Época – Con sentido del momento histórico