(Desde San Pablo) Si la policía federal no lo hubiera frustrado, el último ataque hacker del pasado viernes podría haber sido realmente fatal para Brasil. De hecho, el plan estaba dirigido a uno de los principales bancos públicos del gigante latinoamericano, junto con el Banco do Brasil, es decir, la Caixa Econômica Federal. Los objetivos eran dobles.
Por un lado, desviar los fondos de la denominada cuenta PI o de pago instantáneo, una cuenta especial abierta por las instituciones financieras en el Banco Central (BC) para garantizar transacciones de pago instantáneas seguras entre diferentes bancos. Por otro lado, sustraer los fondos de los programas del Gobierno federal y los gastos y créditos del presupuesto público. Si el ataque hubiera tenido éxito, habría minado la solidez de las instituciones afectadas e incluso la capacidad del Estado para financiar parte del gasto público.
El viernes, la Policía Federal detuvo a ocho personas que, a pesar de todo, niegan todas las acusaciones.
Según las investigaciones, se trataría, sin embargo, del mismo grupo que el pasado 30 de junio llevó a cabo el mayor golpe informático de la historia del país, con 800 millones de reales (150 millones de dólares) sustraídos a ocho bancos. En ese caso, la banda logró su objetivo sobornando a un empleado de C&M, un proveedor de servicios tecnológicos que conecta a bancos y empresas fintech al sistema Pix, el sistema de transferencias bancarias rápidas implementado por el Banco Central. La principal pérdida la sufrió el Banco BMP, con un daño de 479 millones de reales (90 millones de dólares).
El fallido ataque del viernes fue el último capítulo de una escalada que en las últimas dos semanas ha puesto en alerta al sistema financiero brasileño. El pasado 29 de agosto fue atacada Sinqia, una empresa tecnológica que interconecta instituciones financieras. Se robaron 710 millones de reales (133 millones de dólares), de los cuales 583 millones de reales (109 millones de dólares) fueron bloqueados por el Banco Central. La principal víctima del ataque fue el banco HSBC. Fuentes de la investigación dijeron a Infobae que no descartan la hipótesis de que el ataque haya sido coordinado por el crimen organizado como venganza por las tres operaciones policiales —entre ellas la denominada Carbono Oculto— llevadas a cabo el día anterior contra la trama financiera del Primer Comando de la Capital (PCC), que utilizaba fintech para blanquear sus ganancias ilícitas.
El 2 de septiembre le tocó el turno a la fintech Monbank, que denunció un robo cibernético de 4,9 millones de reales (unos 917 mil dólares). La entidad precisó que el incidente no afectó directamente a los titulares de cuentas corrientes, sino a la cuenta de reserva del banco, utilizada para operaciones financieras. Gracias a los procedimientos de seguridad activados de inmediato, se recuperó la mayor parte de los recursos sustraídos, unos 4,7 millones de reales (unos 879 mil dólares).
(Desde San Pablo) Si la policía federal no lo hubiera frustrado, el último ataque hacker del pasado viernes podría haber sido realmente fatal para Brasil. De hecho, el plan estaba dirigido a uno de los principales bancos públicos del gigante latinoamericano, junto con el Banco do Brasil, es decir, la Caixa Econômica Federal. Los objetivos
(Desde San Pablo) Si la policía federal no lo hubiera frustrado, el último ataque hacker del pasado viernes podría haber sido realmente fatal para Brasil. De hecho, el plan estaba dirigido a uno de los principales bancos públicos del gigante latinoamericano, junto con el Banco do Brasil, es decir, la Caixa Econômica Federal. Los objetivos eran dobles.
Por un lado, desviar los fondos de la denominada cuenta PI o de pago instantáneo, una cuenta especial abierta por las instituciones financieras en el Banco Central (BC) para garantizar transacciones de pago instantáneas seguras entre diferentes bancos. Por otro lado, sustraer los fondos de los programas del Gobierno federal y los gastos y créditos del presupuesto público. Si el ataque hubiera tenido éxito, habría minado la solidez de las instituciones afectadas e incluso la capacidad del Estado para financiar parte del gasto público.
El viernes, la Policía Federal detuvo a ocho personas que, a pesar de todo, niegan todas las acusaciones.
Según las investigaciones, se trataría, sin embargo, del mismo grupo que el pasado 30 de junio llevó a cabo el mayor golpe informático de la historia del país, con 800 millones de reales (150 millones de dólares) sustraídos a ocho bancos. En ese caso, la banda logró su objetivo sobornando a un empleado de C&M, un proveedor de servicios tecnológicos que conecta a bancos y empresas fintech al sistema Pix, el sistema de transferencias bancarias rápidas implementado por el Banco Central. La principal pérdida la sufrió el Banco BMP, con un daño de 479 millones de reales (90 millones de dólares).
El fallido ataque del viernes fue el último capítulo de una escalada que en las últimas dos semanas ha puesto en alerta al sistema financiero brasileño. El pasado 29 de agosto fue atacada Sinqia, una empresa tecnológica que interconecta instituciones financieras. Se robaron 710 millones de reales (133 millones de dólares), de los cuales 583 millones de reales (109 millones de dólares) fueron bloqueados por el Banco Central. La principal víctima del ataque fue el banco HSBC. Fuentes de la investigación dijeron a Infobae que no descartan la hipótesis de que el ataque haya sido coordinado por el crimen organizado como venganza por las tres operaciones policiales —entre ellas la denominada Carbono Oculto— llevadas a cabo el día anterior contra la trama financiera del Primer Comando de la Capital (PCC), que utilizaba fintech para blanquear sus ganancias ilícitas.
El 2 de septiembre le tocó el turno a la fintech Monbank, que denunció un robo cibernético de 4,9 millones de reales (unos 917 mil dólares). La entidad precisó que el incidente no afectó directamente a los titulares de cuentas corrientes, sino a la cuenta de reserva del banco, utilizada para operaciones financieras. Gracias a los procedimientos de seguridad activados de inmediato, se recuperó la mayor parte de los recursos sustraídos, unos 4,7 millones de reales (unos 879 mil dólares).
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